lunes, 4 de enero de 2010

Navidades Chilenas

Luego de aterrizar en la puerta del salón Centurión de Ezeiza, golpearme el traste bien fuerte contra el suelo y cortarme el antebrazo con la puerta de vidrio, y  previa limpieza de la fea herida y la gentileza de un pasajero que me regaló un montón de curitas (gracias Mr. Whoever you are), subimos al vuelo de Lan con destino a Santiago de Chile. 
La cordillera de los Andes se veía maravillosamente nevada, el cielo tan tan celeste y la ciudad de Santiago hermosa. Días soleados con una temperatura promedio de 30 grados y el aire fresco de las montañas por la noche. Dificultades económicas, como en todo el mundo, en Chile hay. 
Yo los felicito por esas autopistas, túneles, señalizaciones, puentes, accesos, límites de velocidad, de estacionamiento y limpieza generalizado. Además de las noticias en diarios y TV que eran sobre el ingreso a la Universidad, los puntajes mejores, las carreras elegidas, los créditos para pagar los estudios y las becas. Y los créditos para la vivienda. Voy por lo positivo. Nuestros amigos residentes en Santiago, Ariel y Gaby, nos fueron a buscar al aeropuerto y conocimos a Little Tomás, su bebé de cuatro meses hermoso y muy independiente. ¡Sé feliz Tommy!
Al día siguiente alquilamos un auto Kia Morning en el lugar más barato que conseguimos, www.chilecar.cl (26.000 pesos chilenos iva incluido aproximadamente USD 50 diarios). Nos dieron mapa, indicaciones sobre como tomar la ruta hacia San Antonio y partimos. Sin plan, a pleno disfrute, mi amado viejito y yo. El primer stop fue Isla Negra y la Casa de Pablo Neruda. Casa que me emocionó hasta las lágrimas y no es cliché. No soy fan de Don Pablo como así lo llaman, mas caminar esas habitaciones con una decoración de barco, proas del siglo 16 y 17 bautizadas con nombre como La Celeste, un bar con mesas de bar de barco, sus fracs, su habitación con ventanales y sus catalejos; la colección de caracoles, el baño soft porn, y cientos de objetos diversos me hicieron muy feliz. Toqué esas paredes de piedra, caminé descalza esos pisos. Mucha energía. Y ese océano espumoso y ruidoso. Delicia. 
Continuamos hacia el norte, visitamos Alfonso del Mar, www.sanalfonso.cl, con una piscina de 2,5 km que te deja con la boca así de grande y abierta, un restaurante bajo el agua con acuario y nada caro que abre los viernes , sábado y domingo hasta las 16 horas, y se puede ingresar como visitante. Nos alojamos en Algarrobo, en unas cabañas sencillas con agua caliente por luz solar que eran muy económicas, y caminamos por la playa hasta el Club Náutico. Comimos ceviche o cebiche de corvina con pevere que para mi es un picantísimo manjar. Next day partimos hacia Caleta Quintay. El camino es de montaña, parecía recién asfaltado y señalizado. Subidas, bajadas y curvas pronunciadas , paisajes bellísimos, el océano nuestro destino. En caleta Quintay está Playa Grande, y es un lugar para comer muy muy económico y pasar el día. Seguimos a Zapallar, donde almorzamos en el top Chiringuito un salmón con dos mil pisco sour, que nos salió una fortuna y media, y lo disfrutamos a full. Dormimos en el auto, nos tapamos con toda nuestra ropa y dale que pasamos mucho frío y nos reímos tanto de la situación en la que estábamos que Zapallar fue excelente paseo. 
Al amanecer pleno paseamos por Papudo y decidimos pegar la vuelta para Viña. En Con Con hicimos base en un hotel con pequeña piscina frente a Playa Amarilla y nos fuimos a pasear a Viña. 
Mi amado viejito decidió que ya estaba enough con el océano , el sol, la arena y el viento y que rumbearamos hacia la cordillera previo paso de compras por Valparaíso. Luego de acomodar las bolsas y bolsitas, tomamos la ruta hacia Los Andes. Pasamos por San Fernando y recorrimos una viña. ¡Que sol! Subimos al hotel de Termas del Jahuel  y el precio de 400 dólares por la habitación doble no nos resultó tentador, si el lugar. Llegamos a Los Andes a un básico y limpio hotel del centro, compramos en la ruta paltas (3 kilos 1000 pesos chilenos), limones, tomates, avellanas, pasas de uva, ciruelas y a precio de regalo todo. De regreso en Santiago nos alojamos en el Director Suites (60USD x web) cerca de la casa de nuestros amigos con quienes celebramos momentos navideños varios. 
Cerramos el placer con un almuerzo en Valle Escondido Golf y Country Club, con precios medios de 10.000 pesos chilenos por persona con entrada, plato, postre y bebidas. Regresamos a Buenos Aires, donde el 31 despedimos a Santiago, mi amado hijo, a su nuevo destino de vida en República Dominicana. Y ésa es otra historia feliz.



                                                             San Alfonso del Mar, Chile.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Saben donde puedo conseguir pasajes a Santiago a buen precio?
(Sería para viajar de argentina a chile)