Regresada de viajecito feliz a Repùblica Dominicana a visitar a Santiago y a su amada Josefina. Reencuentro afectivo 100%, con charlas, conversaciones profundas y de las intrascendentes, de abrazos y besos, de risas, de vinos y camarones, de sesiones fotográficas, de paseos por la Isla, de playa, sol, arena, mar y cocoteros.
Un reencuentro en medida de adulto con mi hijo crecido, como dice la canción "voy tratando de crecer y no de sentar cabeza". Y coincido con nada de sentar cabeza. Una convención societaria digna del siglo XIX. Hoy se trata de vivir. Y vivir con la feliz certeza y emoción que hoy estás enamorado. Y hoy, Santiago, amado hijo amado de alma y espíritu, estás armando, y sos amado, construyendo, buscando, intentando, movimiento a pleno físico e intelectual. Para aquí, por allá. En plano pareja que es un maravilloso lugar para disfrutar dandote cuenta del amor en una sonrisa, en una mirada, en un repique de carcajadas o de entrecejo fruncido. Ay esas toallas...
Y llegando con mi amado viejito a la Isla del Amor, como fué este viaje, al aeropuerto full pack de turistas, se puede ir al alojamiento reservado en Taxi con tarifas oficiales arregladas previamente ya que no cuentan con reloj, con los buses de los hoteles o agencias de los paquetes all inclusive comprados, con auto alquilado o una guagua (bus) que pasa vaya a saber donde y vaya a saber con que frecuencia. Eso sí, si se logra tomar para en donde se le indique al chofer.
Santi nos buscó con auto de alquiler y con este transporte pudimos recorrer muchísimo. Los hoteles venden Day Pass, con all inclusive, como por ejemplo el Barceló Dominicana a U$30 por persona.
Nos alojamos en el depto de Santi y Jose en Bávaro/Ifa y un día tomamos un Day Pass.
Visitamos Macao, donde almorzamos un pez dorado sacado del mar y paf, a la parrilla, con tostones y arroz, acompañados con las bachatas a full blast que se emitían de los power amplificadores de las jeepetas (4 x 4) estacionadas en la playa. Nadamos en las lagunas de agua dulce de la reserva ecológica Ojos Indígenas que se encuentra dentro del Punta Cana Golf Resort. Navegamos desde Bayahíbe hasta la isla Saona, en el sur , paradisíaca, y tomamos mojitos en el bar de la playa de Bayahíbe con una puesta de sol en el mar digna de una sesión de fotos, que hicimos, nosotros como modelos, y Santi y Jose poniendo su profesión de fotógrafos a pleno.
Las fotos son espectaculares. El color del mar es mágicamente azul turquesa. Cenamos pulpo y langostinos en el Jelly Fish, nos abonamos al Bar restó Acqua en Bibijagua, donde el vino español Legítimos era una delicia, más drinks en Bar Soles y el Photo Bar. Caminamos por las playas de Cabeza de Toro, por Corales, por El Cortecito. Nadamos, hicimos snorkeling con Santi en los arrecifes con un mar agitado que nos dejaba sin aliento. Celebramos el aniversario de nacimiento de Pablo, un amigo de Santi, en Cocotal, que es un barrio de casas con golf y piscina con bar y restó, muy top.
Y nos divertimos cada día negociando precios de cualquier cosa que queríamos comprar. Y realmente es un pasatiempo hacerlo. Con la práctica ya sabés cuánto te van a arrancar pidiendo y cuánto van a negociar. Y se logra el precio que querés pagar y que seguramente será siempre mucho más de lo que tu compra vale. Y es así.
Y comimos en el PicaPoyo, pusimos nafta en La Bomba y nos faltó noche en el Carwash.
Y nos quedó Puerto Plata, Samaná, La Romana, Santo Domingo. Las rutas necesitan carteles indicadores, es una aventura manejar, una aventura muy estresante, con luces altas todo el tiempo, crateres, motos, guaguas, autos, van. Cruzar la ciudad de Higüey es un viaje tipo Indiana Jones.
Volveremos, sin dudarlo, a completar visitas, a disfrutar del mar y la playa, a vivir este momento madre/hijo maravilloso para ambos, acompañados por nuestros respectivos amores. Felices.
Un reencuentro en medida de adulto con mi hijo crecido, como dice la canción "voy tratando de crecer y no de sentar cabeza". Y coincido con nada de sentar cabeza. Una convención societaria digna del siglo XIX. Hoy se trata de vivir. Y vivir con la feliz certeza y emoción que hoy estás enamorado. Y hoy, Santiago, amado hijo amado de alma y espíritu, estás armando, y sos amado, construyendo, buscando, intentando, movimiento a pleno físico e intelectual. Para aquí, por allá. En plano pareja que es un maravilloso lugar para disfrutar dandote cuenta del amor en una sonrisa, en una mirada, en un repique de carcajadas o de entrecejo fruncido. Ay esas toallas...
Y llegando con mi amado viejito a la Isla del Amor, como fué este viaje, al aeropuerto full pack de turistas, se puede ir al alojamiento reservado en Taxi con tarifas oficiales arregladas previamente ya que no cuentan con reloj, con los buses de los hoteles o agencias de los paquetes all inclusive comprados, con auto alquilado o una guagua (bus) que pasa vaya a saber donde y vaya a saber con que frecuencia. Eso sí, si se logra tomar para en donde se le indique al chofer.
Santi nos buscó con auto de alquiler y con este transporte pudimos recorrer muchísimo. Los hoteles venden Day Pass, con all inclusive, como por ejemplo el Barceló Dominicana a U$30 por persona.
Nos alojamos en el depto de Santi y Jose en Bávaro/Ifa y un día tomamos un Day Pass.
Visitamos Macao, donde almorzamos un pez dorado sacado del mar y paf, a la parrilla, con tostones y arroz, acompañados con las bachatas a full blast que se emitían de los power amplificadores de las jeepetas (4 x 4) estacionadas en la playa. Nadamos en las lagunas de agua dulce de la reserva ecológica Ojos Indígenas que se encuentra dentro del Punta Cana Golf Resort. Navegamos desde Bayahíbe hasta la isla Saona, en el sur , paradisíaca, y tomamos mojitos en el bar de la playa de Bayahíbe con una puesta de sol en el mar digna de una sesión de fotos, que hicimos, nosotros como modelos, y Santi y Jose poniendo su profesión de fotógrafos a pleno.
Las fotos son espectaculares. El color del mar es mágicamente azul turquesa. Cenamos pulpo y langostinos en el Jelly Fish, nos abonamos al Bar restó Acqua en Bibijagua, donde el vino español Legítimos era una delicia, más drinks en Bar Soles y el Photo Bar. Caminamos por las playas de Cabeza de Toro, por Corales, por El Cortecito. Nadamos, hicimos snorkeling con Santi en los arrecifes con un mar agitado que nos dejaba sin aliento. Celebramos el aniversario de nacimiento de Pablo, un amigo de Santi, en Cocotal, que es un barrio de casas con golf y piscina con bar y restó, muy top.
Y nos divertimos cada día negociando precios de cualquier cosa que queríamos comprar. Y realmente es un pasatiempo hacerlo. Con la práctica ya sabés cuánto te van a arrancar pidiendo y cuánto van a negociar. Y se logra el precio que querés pagar y que seguramente será siempre mucho más de lo que tu compra vale. Y es así.
Y comimos en el PicaPoyo, pusimos nafta en La Bomba y nos faltó noche en el Carwash.
Y nos quedó Puerto Plata, Samaná, La Romana, Santo Domingo. Las rutas necesitan carteles indicadores, es una aventura manejar, una aventura muy estresante, con luces altas todo el tiempo, crateres, motos, guaguas, autos, van. Cruzar la ciudad de Higüey es un viaje tipo Indiana Jones.
Volveremos, sin dudarlo, a completar visitas, a disfrutar del mar y la playa, a vivir este momento madre/hijo maravilloso para ambos, acompañados por nuestros respectivos amores. Felices.
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