Lo siento

Querido Tony:

Lo siento pero no lo pude evitar.

Tu biblioteca me fascinó. Y te lo dije cuando entramos al living para hacer el guión del documental.

Imagino tu cara en este momento. Imagino tu pensamiento en solitario diálogo: " A Pau le duran los efectos del malbec que le hice degustar el domingo pasado”.
No Tony. A veces me encantaría tener la excusa de no responder por mis actos. Y blame the wine. Hoy no es así.
Esta carta es la respuesta Tony; simplemente Tony.

Laburamos muy bien en equipo. Realmente sentí que dábamos con la misma sintonía. Y uso el pasado porque dudo de una continuidad. No te estoy psicopateando. Estoy divagando. Tengo vergüenza.

Cuando saliste a buscar el queso y los vinos yo me quedé pasando en limpio el guión en tu lap. Me dieron ganas de fumar y salí al balcón. Pasé por el living. Me entretuve en la biblioteca. Y ví ese librazo. Ese ejemplar único. Original del Diccionario de la Real Academia Española. Sí. Ese. Lo puse debajo del almohadón del sillón blanco.
Cuando volví a tu depto a buscar mi portafolio, que te dije me había olvidado, lo saqué y lo guardé. Vos estabas en la puerta llamando al ascensor. Pesaba una tonelada mi portafolio. No me importó. Ni te diste cuenta.Tony te preguntás por qué? Para qué?
Yo tenía uno igual en mi biblioteca.Y se quemó todo. Todo. El libro, la biblioteca, la casa. Es otra historia.

El tema es que me llevé el libro. Y no sé si te estás dando cuenta recién ahora?
Te lo podría haber pedido. Que me lo prestaras. Contarte la historia. Emocionarte.
No fué así. Me lo llevé. Y lamento mucho más, por vos, que me lo voy a quedar. Sorry.