jueves, 24 de julio de 2008

Una ayuda por acá por favor


Debate. Debate de la ciencia, la filosofía, la ética.
Debate entre las profesiones que ejercemos los humanos. No somos profesiones.
Sin embargo en nuestra lengua nos definimos como tales. Soy actriz, o profesora o licenciado o (inclir puestos laborales también) gerente general.
Soy madre. No creo que sea una profesión. Ni un instinto. Es un rol. ¿Es?


Toda esta reflexión que desearía compartir con varias personas, con diversas visiones, salta como un termostato ante las noticia, espantosa y muy trágica, de este supuesto pedófilo de profesión psicólogo con títulos académicos autorizantes a decir y opinar con cátedra sobre la violencia familiar. Decir sobre las víctimas. Sobre los ejercitantes de la violencia..
Y un comentario en el diario Crítica Digital de hoy sobre este tema, dice que este señor va a zafar ante la justicia porque sus colegas lo van a peritar y que el prestigio de la profesión y de la institución jerárquica de la UBA y que pim que pam: y que a los curas pedófilos le dan con toda la fuerza de la ley (¿?) porque el desprestigio de la institución iglesia no le importa a nadie y que pim que pam. Más o menos. Preguntale al Papa.

Para mí este señor es un señor. Que tiene y ejerce una profesión de psicólogo, con una trayectoria muy renombrada y valorada en su campo específico sobre violencia masculina. A mi ni me hace su profesión. Que sea excelso en ella al ejercerla y se capacite constantemente y escriba sobre lo que sepa y bien. Mejor. No voy a operarme un tumor cerebral en un supermercado con alguien que ejerce la profesión de depostador de carne. Ok?
Me hace, me destroza, me rebela, me enfurece el tema espantoso de que pertenezca a una red de pedofilia. Que sea pedófilo.
Sinceramente me da igual cualquier profesión o trabajo de una persona y que quiera decir soy abogado, albañil o paisajista. Que tenga el premio Nobel del Bricolage.
No me da igual que me digan: Soy pedófilo. O pedófila. Me tienen harta también con esto del género.
Es igual que violador. Los distingue el rango de edades de las heridos y lastimados por ellos quizás para siempre.

Tengo bronca magnánima. Estoy indignada. Me siento indignada.
No puedo elaborar una frase coherente para poder explicarme lo que este tema de la pedofilia me produce. Lo que este señor adulto supuestamente es capaz de hacer. Junto con otros. A chicos.
Sexo en desigualdad de condiciones.

No dejo de repetir en mi entorno que informen a los chicos sobre predadores en la Web.
En chats, facebooks y otras redes. En la calle, el barrio, la escuela. El entorno también.
Tengo un recuerdo nada agradable sobre un domingo en el comedor de mi casa de Colegiales. Yo miraba la televisión y daban una película, sobre un tipo que regalaba chupetines a la salida de la escuela a las nenas de delantalcito blanco y zapatos guillermina. Tiempo después supe que era una película de una serie de tres y que ésta era El Lunático. Si mal no recuerdo el nombre. Si la película.
Aún siento lo que me pasó esa tarde. Pánico. Estupor. La mano de la nena tomando la mano del señor grande; una casa grande y abandonada, como un granero o depósito. La policía. No pude ver más. Yo sabía en ese momento, y era muy chica, que algo muy feo había sucedido. Ese temor me acompaño tanto tiempo. Un amigo que solía tener hace un tiempo me hizo una copia de esta película ya que sabía de esta historia mía y que me seguía dando escalofríos. Creo que la ví en fast forward.

Sexo en desigualdad de condiciones.

-You know the difference between fact and feeling? Dice muy tensa Brooke Shield a una Marsha Mason que me sorprendió grande en un capítulo de Lipstick Jungle.
-Well, it is very simple: you feel that you are immortal and the fact is that you are going to die anyway.

Me voy a entrenar en tratar de aprender a entender que me pasa y siento.

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