martes, 14 de octubre de 2008

Manzanas de imaginario

Me encantan las manzanas de Septiembre, de Octubre. No son rojo perfecto ni verde limón. Son jaspeadas rojiverdes. Son jugosas, ruidosas al mordisco.

Muerdo una, no tan grande, y evoco la casa de mis abuelos en Moreno. Manzanas, ciruelas amarillas recontradulces, y otras rojo remolacha profundo. Los kakis sustraídos de la casa de enfrente; aún no sé si me gustaban, aún no sé si me gustan. Hormigas culonas por todos lados.
Una gata peluda aterrizando desde un árbol en mi cabeza. La comadreja en el techo de la casa con mirada desafiante y dientitos repugnantes.
El riacho que quedaba a cuatro cuadras, aventura de exploradores cortapalos y vaqueros sin armas. Lo ví y olí pudrirse, agriarse.
El mate de leche.
El pozo donde caí tres veces en el lapso de cuatro horas reventando mi rodilla y la paciencia de los adultos de la casa en hora siestera. Experiencia casi surrealista por la noche gracias a una aspirina que no era tal, y por primera vez las estrellas se acercaban desde el cielo a mis manos y yo las podía agarrar, así nomás.
La música y las revistas. La casita robada y la no muy simpática escoba de quince.
El farol de noche en el porche.
Mi infancia.


1 comentario:

Pablo dijo...

Hola!
Pues si vieras lo que hacen aquí en Italia con las manzanas, sobre todo para esta época...
Las cubren durante el proceso de maduración y luego les pegan una etiqueta con alguna forma rara y las dejan al sol a fin de que tomen color. Luego les retiran la etiqueta.
Solo por estos caprichosos diseños que quedaran impresos en la cascara, puedes pagar por una manzana lo que cuestan dos o tres kilos.
Cosas de esta parte del mundo...
Gracias y hasta la próxima! ;-)