jueves, 23 de julio de 2009

Sin alivio


-¿Te dije que se murió César?.
-No sé si creerte Negro, ya lo mataste como tres veces.
-Es que se murió en serio. Cáncer. Hace un par de meses yo me enteré que no iba más por la oficina, tan mentiroso el tipo que pensé que andaba en alguna cosa rara. Pero no. Se murió nomás.
-¡Negro! Por más mentiroso y jodido que sea alguien, nadie jode con una enfermedad terminal.
-Y ya ves. No mintió. Se murió. No está más.
El Negro es así de directo. Y a mí el comentario de la muerte de César me quedó repiqueteando adentro del corazón, del alma.
César fue un tipo que me hizo sufrir muchísimo. Que pudiendo ser amigo, afecto querible, eligió su costado oscuro para relacionarse conmigo.
¿Y qué me afecta de su muerte entonces?
Que no está más. Que ya no tengo la posibilidad ni oportunidad de mirarlo a los ojos y decirle , a los gritos y a todo pulmón hasta quedar afónica, para qué desperdició tanto tiempo de su vida, ahora su corta vida, en perseguirme, gritarme, acosarme, enojarse, boludearme, desvalorizarme, amenazarme, discriminarme, hostigarme.
¿Para qué?
Y me produce enojo. No alivio.
Para nada alivio.
No estás más.

No quiero desperdiciar mi tiempo. Fantaseo con tu final de aprendizaje y paz.
Que así sea.

No hay comentarios.: