martes, 19 de mayo de 2009

Promedio medio

Mabel Águeda Posanti las tiene todas. Todas las marcas, tics, puntuaciones, coletazos y clichés de la chicaminamujer de Buenos Aires. Promedio medio bajo, anda diciendo la Miri sentada en el futón cubierto con la manta que se trajo de Floripa. La Miri es viajada.
La Miri no se la banca mucho a Mabel. Primero por el nombre. Fueron juntas al mismo colegio comercial, hasta compartieron jardín de infantes de barrio. Y siempre fué Mabel.

Hasta un día. Hasta un día en que los del Roca, ese colegio de brutos del barrio de Belgrano, que conocieron en una fiesta justamente de colegio, un poco se le rieron en la cara. ¿Un poco? Se revolcaron de risa, andá a saber porqué, decía Miri después mientras tomaban unos mates en la cocina de su casa; Mabel es un nombre común. El otro, bueno, el otro es horrible.
Y entonces Mabel decide que a partir de ese instante, en que le sacaba un poco de aúcar negra a la factura que estaba por mandarse sin culpas anoréxicas al estómago, su nombre es Maby. Con y griega. Miri se lo bancó, su amiga había tomado una decisión y ella la apoyaba. Ahora unos cuántas décadas después y mucha agua corrida bajo el puente, no lo soportaba. O no la soportaba.
Miri entró en la UBA. Quiso medicina, se impresionaba mucho. Con los libros que tenía que leer y estudiar se impresionaba. Optó por una terciara que tampoco le colmaba sus inquietudes de estudiar poco, laburar menos y ganar mucha plata. Finalmente Maby andaba haciendo un curso cuasi profesional de cosmiatría, masoterapia de cuatro meses con rápida salida laboral.
Esto era. Y se fue con su amiga Maby a estudiar, allá por los inicios de la democracia en Argentina.

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